Comentamos en el post anterior del Blog sobre las partes del hongo y entre ellas, queremos profundizar en el micelio, aquella estructura que se asemeja a las raíces de las plantas y que se puede extender por vastas áreas bajo nuestros ojos y que permiten más vida entre especies.
El micelio es el vínculo del hongo con la tierra y forma parte de una red de conexiones parecida a las del cerebro, pero esta es subterránea, y comparte con árboles y otras plantas bajo nuestros pies, se le conoce como “Wood Wide Web” en inglés, que en sería algo así como el “internet de madera”. Es una interacción entre el Reino Fungi y Vegetal en el cual ambos seres comparten nutrientes, información y agua. Como comentamos al inicio, el micelio se asemeja a las raíces de las plantas, pero el micelio puede extenderse por grandes áreas de suelo, abarcando incluso kilómetros, que es el caso de un famoso hongo de Oregón, EEUU, el Armillaria ostoyae (“Hongo de la miel” u ·”Hongo de Oregón), que se estima que data de más de 2000 años de antigüedad y abarca alrededor de 965 hectáreas.
El micelio está compuesto de hifas, que son aquellos filamentos que pueden adentrarse en el suelo, madera y materia orgánica. Puede ser una red bastante densa o más fina e increíblemente pueden unirse a otra red de micelio, aunque también pueden llegar a competir para adquirir los nutrientes que requieren
¿Porque comparten información con seres del Reino Vegetal? Por ejemplo, si uno de estos seres carece de agua, se estimula que este pueda recibirla desde una fuente cercana, es decir, se facilita que la pueda obtener cuando el recurso escasea, así mismo con los nutrientes. Es una relación simbiótica, que se llama específicamente micorrizas cuando se habla de hongo-planta, que quiere decir que estos seres de diferente especie se asocian y ambos reciben beneficios en común. Esta relación simbiótica es la que posibilita las funciones del micelio. Hay 2 tipos de micorrizas, ectomicorrizas y endomicorrizas. La primera se forma principalmente en árboles, comúnmente pinos y robles y aquí el hongo no se introduce en las raíces de los árboles. La segunda, la más frecuente, se caracteriza por el hongo que se impregna con las raíces de las plantas formando estructuras llamadas arbúsculos y vesículas.
El micelio es inteligente además porque tiene la capacidad de repararse a sí mismo ante el daño, en otras palabras, exhibe la capacidad de autocuración, lo que permite que el hongo pueda adaptarse al ambiente y sobrevivir ante adversidades del entorno. Y entre otras características de lo sorprendente que es el micelio, degrada materia orgánica y aprovecha los nutrientes de esta misma descomposición, en otras palabras, hace un proceso de reciclaje de esa materia. Lo anterior tiene relación con el tamaño y calidad del micelio, un micelio grande y bien desarrollado permite mayor disponibilidad de nutrientes, mejora la composición del suelo y reduce el estrés ambiental, favoreciendo así la salud de las plantas también. Otra habilidad del micelio es detectar cambios en el entorno y responder a ellos, por ejemplo, si percibe algún compuesto químico en el suelo puede conducir el crecimiento hacia él en caso que le aporte algo beneficioso o lo contrario en caso que sea maligno.
Entre las novedades en torno al micelio, es que se está investigando para hacer aplicaciones en biotecnología y medicina, y aún más importante, para la bioremediación de suelos contaminados, que es un problema medioambiental actual. Por eso y lo que te comentamos anteriormente, es que el micelio cumple funciones vitales para la vida, que ocurre fuera de nuestra vista pero que tiene una incidencia muy favorable en la naturaleza.